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13.8.10

España, país de pandereta
Ganamos el Mundial, pero...

El hábito de generalizar es peligroso. Sin embargo, sin tal licencia no sería posible hablar del carácter un tanto parsimonioso de los cubanos (que en muchos casos se cumple, tal vez vinculado a ciertas condiciones climatológicas) o de la educación de los alemanes (relacionada posiblemente con ciertas características lingüísticas, como la de sus construcciones gramaticales con el verbo al final de la frase).

En la misma dirección, los españoles tenemos nuestras atribuciones.

No es cuestión sólo de generalizar. Cualquiera puede realizar unas pequeñas pruebas prácticas. Así que, con los siguientes ejemplos, a las experiencias personales de cada uno me remito.

La corrupción política es uno de los males endémicos de este país. No es nada nuevo. Basta con echar una mirada alrededor y pensar en la extensa lista de casos conocidos que no es necesario mencionar, en las filas cualquier partido político español.

Sin duda, se trata de un problema de enorme calado, pero no iría más allá de lo que es si no estuviera aderezado con la mentalidad del español de a pie. ¿Qué piensan muchos españoles de la corrupción de aquellos que los representan?  

Echando mano de la más pura expresión cañí de nuestra cultura: el más delincuente, el que más roba, es el ‘puto amo’.

No hace mucho que escuché a un analista político internacional comentar que una característica constante en todos los países era la corrupción: afectaba de igual manera a grandes y a pequeños, a ricos y a pobres. En todas partes cuecen habas, pero aquí más. Debido a esa laxitud con la que la gente percibe la putrefacción de nuestro sistema –sino con admiración o envidia-.

Pero el problema no se limita a esto, sino que la mayoría de los ciudadanos con sentimientos políticos, además, defienden a sus correspondientes corruptos en el caso de que sus ideas coincidan con el político ladrón en cuestión. Lo cual es el colmo de la corrupción: que el delito se vea respaldado socialmente.


Pepero: Hay que ver, menudos sinvergüenzas los del pesoe; quieren vaciar las arcas públicas y llenarse los bolsillos. No les llegó con todo lo que se llevaron en la época de Felipe González.


Sociata: Los verdaderos ladrones son los de la derechona. Menuda liaron en Valencia o en las islas. A la mínima oportunidad, meten mano al saco.




Y así, unos por otros –y disculpen mi inspiración refranera de hoy-, y la casa sin barrer.

La corrupción, y el respaldo social que la acompaña, no es ni de lejos el único mal que nos atenaza y que termina por colocarnos la etiqueta que da título a este post: ‘España, país de pandereta’.

La idea de ‘qué listo, cuánto robó’ se ve reflejada en infinidad de actitudes de los ciudadanos en su día a día. Quien no ha sufrido, en un peaje de autopista, un adelantamiento de otro vehículo en el último instante para poder llegar antes a la barrera. ‘Qué tío más inteligente, joder. Me adelanta con maña y se ahorra tener que esperar a que yo pase’. O, hablando de carreteras, esos tíos listos que saben cómo conducir para llegar antes a su destino y que, si te interpones en su camino a una velocidad de 70 km por hora en un lugar señalizado con límite de velocidad a 70, se pega a tu trasero, empieza a gesticular e incluso te pita para que espabiles. Tíos avispados, sin duda, que saben lo que es conducir.


Y lo mismo con tantos otros ejemplos
Otro tanto ocurre en la cola del supermercado, o en la cola del gimnasio. Alguien me comentaba que en el gimnasio al que iba, había determinadas clases que se llenaban pronto de gente, por lo que era necesario montar una fila y los últimos en llegar se quedaban sin entrar cuando el aula se completaba. Pues bien, conscientes de esto, siempre había unos cuantos listillos que llegaban tarde y disimuladamente o sin disimular en absoluto, avanzaban unos cuantos puestos para asegurarse un puesto en la clase. A estos había que colocarlos de ministros, por lo menos.

El tema de la fila en los aeropuertos merece mención aparte. Si tienen oportunidad de viajar a un país centroeuropeo, a su regreso a España hagan la siguiente prueba.  

Comparen como se alinean las colas de pasajeros que viajan a otros países europeos... 

...-normalmente ordenadas y uno detrás de otro, como suelen ser las filas- y, después fíjense en la cola de pasajeros a alguna ciudad española La fila española tiene componentes nuevos como son: la ‘cola paralela’, el caso del afluente de personas que se integran en la fila desde otra secundaria o la amalgama de personas en determinados puntos de la fila al más puro estilo ‘manifestación’.

Una buena expresión de esta actitud se da en el puesto de trabajo. Hay gente que siente verdadera devoción por quienes ‘trabajan poco y cobran mucho’. Otra vez el ‘vaya jefe, cuatro horas diarias y cinco mil euros al mes’, el ‘este tío controla, sabe llegar media hora tarde sin que le diga nada ni Dios’ y el ‘cómo vives, rascándola todo el día, y a media mañana te largas a por un café y un pincho’. Frases cotidianas en nuestra realidad diaria.

Eso sí, en ningún momento los devotos ciudadanos españoles de la vagancia y de la economía ficticia se paran a pensar que a menor productividad de los trabajadores, menos riqueza en el país y menos repercusión en nuestro bienestar, derechos sociales, hospitales, carreteras, escuelas, pensiones de jubilación o en lo que a cada uno le interese que repercuta el buen desarrollo de una economía nacional.

¿A alguien le extraña, pues, el atraso histórico que sufrimos con respecto a nuestros vecinos europeos, o la visión que hay en el extranjero de los españoles? Frases como ‘de los Pirineos para abajo, ya es África’ –con todos los respetos para los países africanos-, o la expresión PIGS (cerdos, en inglés) que popularizó cierto sector de la prensa especializada extranjera para referirse al grupo de países formado por Portugal, Italy/Ireland/Island, Greece and Spain. Of course.

Es urgente replantearse ciertas cuestiones.

3 comentarios:

natalia dijo...

de la conducción dada la última experiencia, mejor ya no digo nada...

nos viene de cuna, el más listo, el que más roba, el más aplicado, el más tonto del bote, el más organizado, el pringado de turno...
es algo dificilmente maleable en el sentido de estar profundamente arraigado en el sentimiento cañí de españa, toros y olé.

Santi dijo...

sí... será mejor 'acostumbrarse' ya que mucha solución no hay... salvo fugarse del país.

Anónimo dijo...

Las fugas no es un invento de ahora. Vienen de antaño y volverá a haberlas. En otra época se "fugaba" la gente a Suíza, Alemania, Francia, Holanda,... Esas personas, aún a día de hoy, después de haber regresado nuevamente hace ya más de 30 años a tierras españolas, siguen haciendo comparaciones entre los países destinos de emigración y el país de la fiesta y olé, dejando en mejor posición subjetiva a aquellos que a éste. Por algo será.